6.1.08

Falleció Miguel Ángel Mernes

Esta madrugada falleció Miguel Ángel Mernes, el polémico investigador que estudió durante años el misterio de los túneles históricos que atraviesan Paraná. Había nacido en 1934 y se dedicó desde 1991 a la investigación histórica, cuando se jubiló como empleado del Consejo General de Educación. Mernes, quién dejó de existir anoche, aseguraba haber recorrido buena parte de los túneles en el año 1955, cuando cumplía con el Servicio Militar, y luego se dedicó a estudiarlos como ningún otro. Según opinaba, esos conductos conformaban una red que facilitaban la huida en épocas de la colonia, uniendo zonas estratégicas de la capital entrerriana y permitiendo ser recorridos por un jinete al galope. Atribuía esa obra de ingeniería a los jesuitas, con lo que sustentó la tesis que alteró a la historiografía oficial: que Santa Fe fue fundada donde hoy está asentada Paraná. Su investigación fue apoyada oficialmente declarándosela de interés municipal durante la primera gestión de Julio Solanas, y tomó breves impulsos durante la segunda administración del radical Humberto Varisco, que se extendió entre 1995 y 1999.

Y Llegaron los Reyes!!!


Anoche los más chicos dejaron sus zapatos y comida para agasajar a los viajantes mágicos. El origen de esta tradición que sigue emocionando

Hoy por la mañana, cuando los más pequeños de la casa se levanten, irán corriendo a ver qué les dejaron los Reyes Magos durante la noche.

Junto con el calzado, la tradición indica que se debe dejar pasto y agua, para poder alimentar y dar de beber a los camellos que transportan a Melchor, Gaspar y Baltasar.

Esperemos que los Reyes traigan el Amor, la Felicidad, la Prosperidad, la Sinceridad y sobre todo la Hermandad para todos.
Estimados Reyes no se olviden de recordarles a quienes nos estan gobernando que estan ahí por que el PUEBLO los eligió y por ende que no se olviden de nuestros problemas como lo es LA FALTA DE AGUA en la ciudad!!!
Felices Reyes!!!

5.1.08

"Un pueblo inculto es mas facil de dominar"


Mensaje a los Jóvenes del Año 2000
La juventud argentina del año 2000 querrá volver sus ojos hacia el pasado y exigir
a la historia una rendición de cuentas encaminada a enjuiciar el uso que los
gobernantes de todos los tiempos han hecho del sagrado depósito que en sus
manos fueron poniendo las generaciones precedentes, y también si sus actos y sus
doctrinas fueron suficientes para llevar el bienestar a sus pueblos y para conseguir
la paz entre las naciones.
Por desgracia para nosotros, ese balance no nos ha sido favorable. Anticipémonos a
él para que conste, al menos, nuestra buena fe y confesemos lealmente que ni los
rectores de los pueblos ni las masas regidas, han sabido lograr el camino de la
felicidad individual y colectiva.
En el transcurso de los siglos hemos progresado de manera gigantesca en el orden
material y científico, y si cada día se avanza en la limitación del dolor, es solamente
en su aspecto físico, porque en el moral, el camino recorrido ha sido pequeño.
El egoísmo ha regido muchas veces los actos de gobierno y no es el amor al
prójimo, ni siquiera la compasión o la tolerancia, lo que mueve las determinaciones
humanas.
Esa acusación resulta aplicable tanto a los pueblos como a los individuos. Cierto
que en uno y en otros se dan ejemplos de altruismo, pero como hechos aislados de
poca o ninguna influencia en la marcha de la humanidad. Es cierto que en
ocasiones parece que se ha dado un gran impulso en favor de los nobles ideales y
de las causas justas, pero la realidad nos llama a sí y nos hace ver que todo era
una ilusión. Apenas terminada la guerra, ponemos nuestra esperanza en que ha de
ser la última porque las diferencias entre las naciones se han de resolver por las
vías del derecho aplicado por los organismos internacionales. Pocos años bastan
para demostrarnos con un conflicto bélico de mayores proporciones el tremendo
error en que habíamos caído. Hasta el aspecto caballeresco de las batallas se ha
perdido y hoy vemos con el corazón empedernido como al cabo de veinte siglos de
civilización cristiana, caen en la lucha niños, mujeres y ancianos.
Apenas un conflicto social ha sido resuelto vemos asomar otro, de más grandes
proporciones, no siempre solucionado por las vías de la inteligencia y de la armonía
sino por la coacción estatal o de las propias partes contendientes más fuertes, no
el del mejor derecho.
Frente a esta lamentable realidad: ¿de qué han servido las doctrinas políticas, las
teorías económicas y las elucubraciones sociales?. Ni las democracias ni las tiranías,
ni los empirismos antiguos ni los conceptos modernos han sido suficientes para
quietar las pasiones o para coordinar los anhelos. La libertad misma queda limitada
a una hermosa palabra, de muy escaso contenido, pues cada cual la entiende y la
aplica en su propio beneficio. El capitalismo se vale de ella no para elevar la
condición de los trabajadores procurando su bienestar, sino para deprimirles y
explotarles. Los poseedores de la riqueza no quieren compartirla con los
desposeídos sino aceptarla y monopolizarla. E inversamente, los falsos apóstoles
del proletariado quieren la libertad más para usarla como un arma en la lucha de
clases que para obtener lo que sus reivindicaciones tengan de justas.
No ha empezado a alborar el liberalismo económico cuando -para impedir sus
aplausos- tiene el Estado que iniciar una intervención cada vez más intensa a fin de
evitar el daño entre las partes y el daño a la colectividad. Pero tampoco su
intervencionismo constituye un remedio eficaz porque, o es partidista, o busca
anular las libertades individuales y con ellas a la propia persona humana.
El mundo ha fracasado. Mas este fracaso, ¿será tan absoluto que no deje un
mínimo resquicio a la esperanza?. Posiblemente podamos mantener el optimismo
con la ilusión de que el avance de la humanidad hacia su bienestar es tan lento que
no lo percibimos, pero de cada evolución queda una partícula aprovechable para el
mejor desarrollo de la humanidad. El avance es invisible y está oculto por sus
propios vicios a que antes he aludido, pero no por eso deja de existir.
Se haría más perceptible si cada uno de nosotros se despojase de algo propio en
beneficio de sus semejantes, si tratase de dirigir las disputas con la razón y no con
la violencia. Dentro de mis posibilidades así he procurado hacerlo y, en este
sentido, he orientado mi labor de gobernante. Válgame por lo menos la intención y
sea ella la que juzguen y valoren mis críticos del porvenir.
La humanidad debe comprender que hay que formar una juventud inspirada en
otros sentimientos, que sea capaz de realizar lo que nosotros no hemos sido
capaces. Esa es la verdad más grande que en estos tiempos debemos sustentar sin
egoísmos, porque éstos nos han conducido solamente a desastres.
En nuestra querida Argentina, el panorama descrito se ha sentido sin ser cruento,
pero en el orden general, los hechos prueban que ha sido el acierto la resolución
que ha precedido nuestra realidad. La independencia política que heredamos de
nuestros mayores hasta nuestros días, no había sido colectivizada por la
independencia económica que permitiera decir con verdad que constituíamos una
nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
Por eso nosotros hemos luchado sin descanso para imponer la justicia social que
suprimiera la miseria en medio de la abundancia; por eso hemos declarado y
realizado la independencia económica que nos permitiera reconquistar lo perdido y
crear una Argentina para los argentinos, y por eso nosotros vivimos velando porque
la soberanía de la Patria sea inviolable o inviolada mientras haya un argentino que
pueda oponer su pecho al avance de toda prepotencia extranjera, destinada a
menguar el derecho que cada argentino tiene de decidir por sí dentro de las
fronteras de su tierra.
Contra un mundo que ha fracasado, dejamos una doctrina justa y un programa de
acción para ser cumplido por nuestra juventud: esa será su responsabilidad ante la
Historia.
¡Quiera Dios que ese juicio les sea favorable y que al leer este mensaje de un
humilde argentino, que amó mucho a su Patria y trató de servirla honradamente,
podáis -hermanos del 2000- lanzar vuestra mirada sobre la Gran Argentina que
soñamos, por la cual vivimos, luchamos y sufrimos!"
Juan Domingo Perón